Con el nombre El Niño y La Niña se conocen dos fenómenos atmosféricos opuestos, que se presentan cíclicamente en períodos de entre 2 a 7 años. La mayor incidencia de estos fenómenos es en el océano Pacífico, a la latitud del ecuador. Estos dos fenómenos generan consecuencias que afectan a tierra firme, tanto el ámbito regional como global.
Es un hecho comprobado, que el Niño y la Niña transforman el estado del clima de casi toda la Tierra. Estas transformaciones tienen severas consecuencias sobre la vida social, económica y política de los países. En las áreas normalmente húmedas, se originan prolongadas sequías y en las zonas áridas se producen torrenciales lluvias.
Así, se producen olas de frío o de calor en diferentes regiones del mundo. Que traen como consecuencia graves pérdidas en las actividades económicas. De acuerdo a esto, las actividades primarias son las más afectadas. De la misma manera estos fenómenos afectan mucho más a los países en desarrollo. Donde las actividades primarias constituyen la base de su economía.
Es así, como se producen sequías que aumentan la mortandad del ganado. Y los incendios forestales que contaminan el ambiente y provocan pérdida de la biodiversidad. De igual manera, cuando se producen lluvias torrenciales, estas provocan graves inundaciones que producen aluviones de barro y rocas.
Características del ciclo
El fenómeno El Niño fue definido por McPhaden en1993, como una perturbación interanual del sistema climático. Llamado la Oscilación del Sur (ENOS), fue caracterizado como un debilitamiento aperiódico de los vientos alisios. Este debilitamiento provoca el calentamiento de las capas superficiales en el Océano Pacífico tropical ecuatorial.
Por otro lado, La Niña, es el fenómeno climatológico de comportamiento opuesto, pero vinculado con El Niño. La Niña se caracteriza por la ocurrencia de vientos alisios más intensos y temperaturas superficiales del mar más frías que lo normal en la parte oriental del Pacífico ecuatorial.
La fase cálida se presenta en intervalos irregulares de tiempo que van de 2 a 7 años. Sin embargo, el promedio de ocurrencia es cada 3 a 4 años. El mismo McPhaden en 2001, determino que el ciclo El Niño/La Niña está asociado a dos clases de ondas ecuatoriales conocidas como las ondas de Kelvin OK y las ondas largas de Rossby.
Así mismo, indicó que Las OK se propagan hacia el este, mientras que las ondas largas de Rossby se propagan hacia el oeste. También señaló que la propagación de estas ondas se efectúa bajo la superficie del océano. Causando el ascenso y descenso de la termoclina ecuatorial.
Ambos eventos se vienen presentando desde hace mucho tiempo. Sin embargo, fue en 1935 cuando se comenzó a tomar registros. Desde ese año, se han registrado ocho eventos de la Niña, y trece del Niño. También se evidenció, que los ocho eventos fríos de la Niña, no superan en intensidad a los cálidos del Niño, registrados en 1982/1983 y 1997/1998.
Los análisis de estos fenómenos, indican que no son simétricos en cuanto a la ocurrencia, ni a las anomalías que provocan. Así se tiene que el Niño se caracteriza por incrementos temperaturas que pueden llegar a los 5°C. Mientras que las disminuciones de temperatura ocasionadas por la Niña, no son superiores a los -2,5°C
Características específicas del Niño y la Niña
Con la ocurrencia del Niño se produce una alteración en la presión atmosférica sobre el océano Pacífico. Disminuyendo cerca de Tahití y aumentando al norte de Australia. De igual manera, los vientos alisios se debilitan y pueden desaparecer. Lo que ocasiona grandes anomalías, tanto en los océanos como en la atmósfera.
Por este debilitamiento, los alisios no tienen fuerza para provocar que las aguas cálidas superficiales se trasladen hacia las costas asiáticas. Así, que debido a esto las aguas cálidas regresan a las costas americanas formando la contracorriente El Niño. Es así que mientras en las costas asiáticas aparecen las sequías, en las costas americanas se desatan grandes temporales tropicales.
Con la ocurrencia de la Niña, ocurre lo contrario. La presión atmosférica sube en Tahití y baja en Australia, restableciéndose la dirección normal de la circulación, pero con más fuerza. Es así como los vientos alisios soplan con más intensidad que la normal y arrastran hacia el Pacífico occidental mayor volumen de agua.
Esto provoca que aflore más cantidad de agua fría en el Pacífico oriental. Como consecuencia, se presentan precipitaciones superiores a las normales en Asia y Australia. Mientras que en las costas americanas aumenta la aridez y la frecuencia de los huracanes en la planicie central de Estados Unidos.